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miércoles, 11 de noviembre de 2015

Dos Mundos, Dos Burbujas.


            Pertenecían a mundos tan diferentes que no existía posibilidad, real o metafísica, de que siquiera pudieran rosarse dichos mundos; no hablo de clases sociales, ambos eran laburantes. Ella, una chica de ciudad, con su vida llena de obligaciones, con sus innumerables contactos laborales y amistades, con su ritmo de vida tan acelerado, ese que las grandes ciudades te llevan a tener, y todo aquel estilo de vida con costumbres y millones de cosas tan llamativas y hasta algunas raras que no llegan ni a notar los que viven allí. Él, como le gustaba autodenominarse, “Un Bicho De Pueblo”, había rechazado la ciudad hacia muchos años y elegido su lugar en el mundo, una pequeña ciudad en la provincia de Buenos Aires, que cada día lo hacía más feliz, esas que las conocemos como “El Pueblo”.
            No vayan a creer que esta es una historia de amor donde alguno de ellos lo deja todo para estar con el otro; esto va por un lugar muy distinto, intento contar la realidad de este mundo, donde sabemos que no es una película, pero que por más que lo neguemos, soñamos con que así sea.
            Como decía más arriba, dos mundos muy diferentes; pero dos personas que no eran tan distintas en su forma de pensar, de sentir, de amar. Se conocían desde mucho antes de la  mitad de sus vidas, cuando él, sin percatar aun su presente pasado, vivía en el mundo de ella, siendo un grano mas de ese gran desierto de gente, y a medida que pasaba el tiempo iba descubriendo que ese no era su mundo, que nunca lo seria y que aunque podía estar allí y hasta parecer uno más, cada vez era menos él, salvo, en breves momentos de paz cuando podía conectar su mente y su alma con ella, sin embargo para poder ser él en su propia vida, debía irse, aunque cada tanto le gustaba volver para tocar las luminarias de aquel mundo, para confirmarse a si mismo su plena felicidad en el suyo, para demostrarse que si lo deseaba podía estar ahí, pero no le gustaba aquel mundo, mas allá, de que le podría dar muchas cosas, aun más de las que le daba su propio lugar, pero prácticamente nada de lo que encontraba allí le lograba llenar el alma como lo hacía su pueblo, aunque algo había en la ciudad que lo podía lograr e incluso hasta hacérsela desbordar de alegría, ella.
            Ella, si bien alguna que otra vez piso en el mundo de él, nunca le surgió o le dio por pensar, como seria ese mundo, simplemente lo pisaba como descubriendo una atracción turística, y eso no tenía nada de malo, porque ella ya se encontraba en su lugar, desde siempre, ella era feliz en su mundo y no se hacía necesario ningún planteo o duda de cambios de aires, porque inconscientemente creo, que sabía que ese, era su lugar en el mundo.
            Se conocieron cuando él entro a trabajar al mismo lugar que ella, en cuestión de días se hicieron amigos, buenos amigos al cabo de unas semanas, y confidentes eternos varios años después, incluso, eso no sucedió hasta inmediatamente después de haber pasado una exagerada cantidad de tiempo sin saber nada uno del otro; de allí en adelante todas las semanas conversan, y periódicamente se encuentran y comparten un par de días juntos. Días de incesantes destellos de magia que iluminan su alrededor; días en que las risas no entran en sus bocas; días en que si decidieran no hablarse, sabrían perfectamente que le está sucediendo al otro con solo mirarse, porque tanto se conectan sus almas cuando se encuentran que pueden reír o llorar juntos sin la necesidad de contarse nada; días en que se olvidan de sus propios mundos; días que pasan demasiado rápido. Es increíble que con tanta conexión, con tanta felicidad juntos, no haya amor. Aunque él, confesó hace poco que ella era su gran amor, pero que eso no era importante, porque ellos se arropaban el corazón el uno al otro para salir a sus mundos a pelearla con muchas más fuerzas, no sé si lo dice para engañarse a sí mismo o lo siente así, pero creo que hay un poco de eso entre ellos.
            Y es así, que dos que no son, que nunca fueron y que nunca serán; se satisfacen las almas sin siquiera tocarse los labios. Así es también que dos mundos distintos que ni podrían rosarse, si lo hacen, pero nunca serán el mismo, porque son como dos burbujas que si se chocaran no saldría una más grande, sino que explotarían; y por mas que no les guste lo que digo, esto es así, en la realidad que nos rodea, ya que dos de mundos tan distintos jamás podrían ser felices juntos, porque las burbujas estallan, uno al perder su mundo, y el otro, por sentir que lo saco de su lugar para estar juntos, y así dos almas que podrían ser una sola, se destruyen sin querer, al explotar sus burbujas.

Omar Criador


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