ya no extrañas ni mis besos.
Dejo mi veneno en este papel
solo con amor te escribo,
esperando, que la reina no reconozca tu rostro.
Se desvanese un espejo,
que no podrá ya reflejar nada más hermoso que tu
rostro.
Ya no extrañas ni mis besos.
Extraño el peso de tu cabellera en mis manos,
que tu cabellera sea una pequeña noche mia
Que muere, que vive y que reposa en mi alma.
En una oscuridad cuyo perfume me cubre
Miro una reina, sueño que sea plebeya
A la reina me debo, a la plebeya amo.
En la oscuridad desaparece tu perfume
Y en mis manos el ardor de tu cuerpo no se apaga
Aunque ya no extrañes ni mis besos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario