Y mientras ella, con su eterna dulzura y un brillo en los ojos que parecía
ser su alma escapando a la libertad luego de un encierro de tristeza, me
contaba que inesperadamente, casi sin darse cuenta, el amor la había vuelto a
tocar; a mí se me partía el corazón, una vez más.
Fue entonces cuando
finalmente comprendí, que el amor de mi vida nunca estaría a mi lado, que tendría
que encontrar en otros horizontes, lo que ya sé que no voy a encontrar en
ninguna otra mujer que no sea ella.
También debería de
aceptar el hecho, de que jamás conoceré el sabor de sus labios, aunque eso lo
puedo solucionar robándole un beso.
Omar Criador.
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