Pertenecían a mundos
tan diferentes que no existía posibilidad, real o metafísica, de que siquiera
pudieran rosarse dichos mundos; no hablo de clases sociales, ambos eran
laburantes. Ella, una chica de ciudad, con su vida llena de obligaciones, con
sus innumerables contactos laborales y amistades, con su ritmo de vida tan
acelerado, ese que las grandes ciudades te llevan a tener, y todo aquel estilo
de vida con costumbres y millones de cosas tan llamativas y hasta algunas raras
que no llegan ni a notar los que viven allí. Él, como le gustaba
autodenominarse, “Un Bicho De Pueblo”, había rechazado la ciudad hacia muchos
años y elegido su lugar en el mundo, una pequeña ciudad en la provincia de
Buenos Aires, que cada día lo hacía más feliz, esas que las conocemos como “El
Pueblo”.
No vayan a creer que esta es una
historia de amor donde alguno de ellos lo deja todo para estar con el otro;
esto va por un lugar muy distinto, intento contar la realidad de este mundo,
donde sabemos que no es una película, pero que por más que lo neguemos, soñamos
con que así sea.
Como decía más arriba, dos mundos
muy diferentes; pero dos personas que no eran tan distintas en su forma de
pensar, de sentir, de amar. Se conocían desde mucho antes de la mitad de sus vidas, cuando él, sin percatar
aun su presente pasado, vivía en el mundo de ella, siendo un grano mas de ese
gran desierto de gente, y a medida que pasaba el tiempo iba descubriendo que
ese no era su mundo, que nunca lo seria y que aunque podía estar allí y hasta
parecer uno más, cada vez era menos él, salvo, en breves momentos de paz cuando
podía conectar su mente y su alma con ella, sin embargo para poder ser él en su
propia vida, debía irse, aunque cada tanto le gustaba volver para tocar las
luminarias de aquel mundo, para confirmarse a si mismo su plena felicidad en el
suyo, para demostrarse que si lo deseaba podía estar ahí, pero no le gustaba
aquel mundo, mas allá, de que le podría dar muchas cosas, aun más de las que le
daba su propio lugar, pero prácticamente nada de lo que encontraba allí le
lograba llenar el alma como lo hacía su pueblo, aunque algo había en la ciudad
que lo podía lograr e incluso hasta hacérsela desbordar de alegría, ella.
Ella, si bien alguna que otra vez
piso en el mundo de él, nunca le surgió o le dio por pensar, como seria ese
mundo, simplemente lo pisaba como descubriendo una atracción turística, y eso
no tenía nada de malo, porque ella ya se encontraba en su lugar, desde siempre,
ella era feliz en su mundo y no se hacía necesario ningún planteo o duda de
cambios de aires, porque inconscientemente creo, que sabía que ese, era su
lugar en el mundo.
Se conocieron cuando él entro a
trabajar al mismo lugar que ella, en cuestión de días se hicieron amigos,
buenos amigos al cabo de unas semanas, y confidentes eternos varios años
después, incluso, eso no sucedió hasta inmediatamente después de haber pasado
una exagerada cantidad de tiempo sin saber nada uno del otro; de allí en
adelante todas las semanas conversan, y periódicamente se encuentran y
comparten un par de días juntos. Días de incesantes destellos de magia que
iluminan su alrededor; días en que las risas no entran en sus bocas; días en
que si decidieran no hablarse, sabrían perfectamente que le está sucediendo al
otro con solo mirarse, porque tanto se conectan sus almas cuando se encuentran
que pueden reír o llorar juntos sin la necesidad de contarse nada; días en que
se olvidan de sus propios mundos; días que pasan demasiado rápido. Es increíble
que con tanta conexión, con tanta felicidad juntos, no haya amor. Aunque él,
confesó hace poco que ella era su gran amor, pero que eso no era importante,
porque ellos se arropaban el corazón el uno al otro para salir a sus mundos a
pelearla con muchas más fuerzas, no sé si lo dice para engañarse a sí mismo o
lo siente así, pero creo que hay un poco de eso entre ellos.
Y es así, que dos que no son, que
nunca fueron y que nunca serán; se satisfacen las almas sin siquiera tocarse
los labios. Así es también que dos mundos distintos que ni podrían rosarse, si
lo hacen, pero nunca serán el mismo, porque son como dos burbujas que si se
chocaran no saldría una más grande, sino que explotarían; y por mas que no les
guste lo que digo, esto es así, en la realidad que nos rodea, ya que dos de
mundos tan distintos jamás podrían ser felices juntos, porque las burbujas
estallan, uno al perder su mundo, y el otro, por sentir que lo saco de su lugar
para estar juntos, y así dos almas que podrían ser una sola, se destruyen sin
querer, al explotar sus burbujas.
Omar
Criador